La inmigración en España es
desde la década de 1990, un fenómeno de gran importancia demográfica , económica y cultural. Según
el INE 2011, a primero de
enero de 2011 residían en el país casi 6,7 millones de personas nacidas fuera
de sus fronteras (de los cuales más de un millón habían adquirido la
nacionalidad española)
Desde el restablecimiento de la democracia coincidió con una fase de relativo
equilibrio en los saldos migratorios netos, que se prolongó hasta mediados de
los años 1990.
En la actualidad se piensa también que las nuevas generaciones de españoles
nacidos en el extranjero retornan…
Desde entonces, la
inmigración es principalmente extranjera tanto que desde el año 2000, España ha presentado
una de las mayores tasas de inmigración del mundo, siendo el décimo país del
planeta que más inmigrantes tiene en números absolutos.
A causa de la crisis
económica que atraviesa España, del 2010 al 2011, se produjo un descenso por
primera vez en la historia de 37.056 personas en cifras absolutas.
La población extranjera se suele concentrar en las zonas de mayor
dinamismo económico del país, y por tanto con mayor necesidad de mano de obra.
Así, las zonas de España con mayor proporción de inmigrantes son Madrid y su área de influencia, el arco mediterráneo y las
islas.
En España, la mayoría de los
inmigrantes provienen de Iberoamérica (el
36,21% del total de extranjeros ) les siguen después los procedentes de la Unión Europea (34,45%)
del norte de África (14,83%) Europa no
comunitaria (4,40%), el África subsahariana (4,12%),
el Extremo Oriente (2,72%),
el Subcontinente indio (1,67%).
Este
hecho tiene consecuencias positivas y negativas:
La importante llegada de población inmigrante en edad de trabajar ha
repercutido favorablemente en el total de afiliaciones a la Seguridad
Social, hasta el punto que cerca de un 45% de las altas registradas
entre 2001 y 2005 correspondieron a trabajadores foráneos.
El empleo extranjero se ha concentrado principalmente en sectores donde la
oferta de mano de obra nacional resulta escasa construcción, hogar,
hostelería, agricultura, etc.
La llegada de inmigrantes en los últimos años ha generado una mayor
diversidad cultural, religiosa y lingüística.
Así, aunque el PIB español ha crecido entre el 3% y el 4% entre los años 1997 y 2007, los salarios reales
de la población española no sólo no han aumentado, sino que han disminuido. Señalándose
que la llegada de trabajadores, presuntamente no cualificados ha tirado a la
baja de los salarios en diversos sectores de la economía española.
Además parte del dinero que obtienen no lo gastan en España sino que lo envían
a su país.
Un estudio procedente del Ministerio de Trabajo e Inmigración de España
señala que en los últimos años ha aumentado la xenofobia.
La emigración española es un fenómeno histórico de larga duración que comienza en la Edad Moderna, aunque tiene precedentes muy antiguos y al que se puede considerar como continuación del proceso repoblador peninsular de dirección norte sur que fue siguiendo a la Reconquista en la Edad Media. Ya en el siglo XX, varió sus destinos principales de América a Europa, deteniéndose como consecuencia de la crisis de 1973, sin volverse a dar posteriormente cifras semejantes, dado el auge económico que siguió a la entrada en la Comunidad Europea (1986). A pesar de que se ha producido un retorno importante de inmigrantes (sobre todo desde Europa), siguen existiendo significativas colonias de españoles en distintos países europeos y americanos, así como sus descendientes nacidos allí. Sin destacar numéricamente es especialmente significativa la emigración de jóvenes universitarios que terminan su formación científica en el extranjero, y a veces no retornan. La mayor población española fuera de España se concentra en Argentina, que ha sido históricamente el principal destino de las oleadas de emigrantes españoles y es nuevamente en la actualidad el principal receptor de desempleados españoles, como consecuencia de la crisis
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